Partiendo de la forma y estructura de la vihuela de mano española y de la guitarra romántica, el lutier almeriense Antonio de Torres Jurado (1817-1892) aplicó innovaciones técnicas y constructivas propias a los modelos existentes en su época hasta que logró una guitarra de gran calidad sonora y mayor potencia, que además permitía abordar un repertorio más amplio.
 
Su modelo llamó la atención del gran guitarrista y compositor Julián Arcas (1832-1882), que utilizó una guitarra de Torres en sus conciertos y entabló con el lutier una gran amistad. Arcas, además, aportó ideas y sugerencias para mejorar el instrumento.
 
Más adelante, Tárrega, Pujol y Llobet adquirieron y tocaron con guitarras de Antonio de Torres, lo que consagró definitivamente el trabajo de este gran lutier.
 
Con una calidad sonora cada vez más valorada por intérpretes y público, adaptada a los gustos de una nueva época, las innovaciones constructivas y de diseño de Antonio de Torres fueron paulatinamente adoptadas por la mayoría de los lutieres, quedando así establecido un estándar definido para la construcción de la moderna guitarra clásica, que ya pasó a ser conocida en todo el mundo como “guitarra española”.